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martes, 17 de mayo de 2011

Asia, una apuesta en serio


Chile, Perú, Colombia y México unen esfuerzos de cara al mercado asiático. La conquista de las economías al otro lado del Pacífico debe ser un compromiso real, por encima de los manejos políticos.

Con la volatilidad de las relaciones comerciales con Venezuela, el sector privado y el Gobierno están en busca de nuevos mercados para los productos colombianos. Las estadísticas hablan por sí solas y a favor de esta iniciativa. El año pasado, las exportaciones al vecino país cayeron el 64%, mientras que en el 2009 la contracción fue del 33,5%. La realidad es que hoy el valor de las ventas totales hacia Ecuador supera al de las exportaciones a Venezuela.
Esta tendencia negativa del intercambio entre Colombia y Venezuela está ligada al clima político entre los dos países. Mientras que la relación comercial con EE.UU., la Unión Europea, China, Panamá y Chile (destacados socios de Colombia) refleja el estado de estas economías, en el caso del vecino país el factor determinante es político.
En esta coyuntura, la declaración conjunta en Lima de los presidentes de México, Colombia, Perú y Chile para la conformación de la Alianza del Pacífico y el Área de Integración Profunda (AIP) tiene dos dimensiones para nuestro país: una política y otra económica.  Además puede ser una jugada estratégica en ambos sentidos.
En el documento final que confirma la alianza, los jefes de Estado comienzan por destacar "los avances de nuestros países en materia de desarrollo y crecimiento económico inclusivo, (…) y el fortalecimiento de la democracia." Más adelante reconocen que los tratados de libre comercio (TLC) "ofrecen una excelente plataforma que facilita y propicia la integración de nuestras economías".
Es, en consecuencia, una reivindicación de la democracia y el libre comercio, firmada por los jefes de Estado de las economías latinoamericanas más grandes con salida al Pacífico, el beneplácito de Panamá, pero sin la intervención del Gobierno ecuatoriano, pues el presidente de Ecuador, Rafael Correa, no fue invitado por su homólogo peruano, Alan García. Una declaración que si se toma en serio, debería llevar a "la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas", conforme al modelo de la Unión Europea. Un objetivo nada despreciable para un grupo de países con más de 200 millones de habitantes y un PIB total de US$1,6 billones.
Sin embargo, llegar a este nivel de integración no es fácil, si bien los presidentes de los cuatro países se comprometieron a reunirse a finales de año en México para evaluar la implementación de los primeros avances hacia este ambicioso proyecto. Aunque la nación azteca está apartada de los demás países y la frontera entre Perú y Colombia sea la selvática zona de Tres Fronteras, la distancia no parece un obstáculo insalvable a comienzos del siglo veintiuno, además teniendo en cuenta que se trata de un bloque hacia el Pacífico.
Lo que sí llama la atención es que el presidente peruano, Alan García, arquitecto de la primera reunión de los mandatarios de la Alianza del Pacífico durante la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata, sea el único que con seguridad no va a estar para la reunión en diciembre, en la que se le haría seguimiento a su propuesta de integración.

¿Y Perú?
¿En qué medida la iniciativa de García corresponde a la preocupación de algunos de sus conciudadanos y homólogos, como el presidente mexicano, Felipe Calderón, sobre el futuro de la economía peruana bajo el mandato de Ollanta Humala, el militar retirado que lidera las encuestas para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 5 de junio?
Aunque el candidato Humala, quien se enfrentó a García en el 2006, ahora dice que respetará los tratados de libre comercio firmados por Perú, también ha sido enfático en que se reserva el derecho a revisar las cláusulas de estos para defender los intereses nacionales. Aunque el esfuerzo del presidente García puede ser sincero, también podría decirse que su compromiso internacional refleja el nerviosismo histórico que han generado los candidatos de izquierda (Lula en Brasil, Mujica en Uruguay y ahora Humala en Perú) cuando tienen reales posibilidades de ganar.
Antes de la reciente reunión de los jefes de Estado en Lima, el ministro de Comercio, Industria y Turismo, Sergio Díaz-Granados, calificó este encuentro de "histórico". Teniendo en cuenta su extensión política, quizá "estratégico" hubiera sido un apelativo más acertado. Mirando hacia los demás socios del bloque, una alianza con las principales economías de la región con salida al Pacífico tiene el potencial de dinamizar la economía colombiana si empresas nacionales como Ecopetrol, ISA y compañías del sector de la construcción aprovechan la oportunidad de desarrollar una mayor interconexión física y energética entre los países, como pretenden los firmantes de la declaración.
Ahora, mirando hacia fuera, el país puede hacer uso de la sinergia para potenciar su posición hacia los países asiáticos, pues si las economías en desarrollo son las que están jalonando la demanda mundial, las de ese continente son las que más. China, India, las economías asiáticas recientemente desarrolladas (Hong Kong, Corea del Sur, Singapur y Taiwán) y el grupo ASEAN - 5 (Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia y Vietnam), todas con un crecimiento por encima del 6% en el 2010, son los que, en gran medida, están dándole un nueva dinámica a la economía global tras la crisis (ver gráfica).
Para el 2011 se tiene previsto que China (9,6%) e India (8,2%) presenten el mayor crecimiento en Asia y encabecen la estabilización global. Este incremento en la producción ha requerido y necesitará de materias primas que se encuentran en América Latina, un hecho beneficioso para Colombia, aunque es deseable que el país amplié sus productos más allá de los commodities.
En todo caso, la relevancia de los países emergentes, principalmente asiáticos, es una realidad mundial que también ha impactado a las naciones de América Latina (ver gráfica).  Durante la última década, la participación de los países en desarrollo en el total de las exportaciones globales ha aumentado en un 10%, hasta alcanzar un 35% del total mundial en el 2010. A su vez, los commodities han pasado de representar el 40% de las exportaciones de la región en el 2000 al 52% en el 2008, debido a un incremento no sólo en los precios (principalmente de los metales), sino al volumen de la mercancía.
Sin embargo, ese nivel de participación de las materias primas puede ser el origen de una enfermedad holandesa y generar una peligrosa dependencia del crecimiento asiático. Por lo tanto, una mayor diversidad de los productos exportados a Asia también debería ser un objetivo, aunque por el nivel de desarrollo de los países a ambos lados del Pacífico, se podría pensar que en muchos ámbitos se trata de competidores separados por el océano.

Muy quedados
Por el momento, las ventas de Colombia a los países de Asia palidecen frente a las de, por ejemplo, Chile. Mientras que en el primer bimestre del año las exportaciones nacionales a China, Corea del Sur y Japón alcanzaban sólo el 6% de las totales y en febrero apenas superaron los US$150 millones, las de Chile a China (el principal socio del país austral en el continente asiático), para el mismo mes, llegaron a los US$1.054 millones, es decir, más de siete veces la suma de las ventas colombianas a China, Corea del Sur y Japón.
Muy probablemente, nuestro país puede usar la experiencia de los otros socios de la alianza, que son los únicos miembros latinoamericanos del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC por sus siglas en inglés), para aumentar su participación en el mercado asiático. Sin embargo, es dudoso que APEC sea un escenario fundamental en este sentido, pues en muchas ocasiones ha sido criticado por su inoperancia, a tal punto que el exministro de Relaciones Exteriores de Australia, Gareth Evans, lo ridiculizó como APEC (Asia-Pacific Economic Co-operation), "cuatro adjetivos en busca de un sujeto". 
Para realmente incursionar en el mercado asiático, el Gobierno y el sector privado deberán implementar una agresiva campaña para posicionar los productos colombianos, tal como lo hizo Chile, que hoy cuenta con 21 acuerdos con 58 países. Por su parte, APEC serviría para tener un nuevo escenario en el que se tratan temas de interés para Colombia e intentar hacer parte de tratados vinculantes, como el propuesto Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, que incluiría a Nueva Zelanda, EE.UU., Chile, Singapur, Australia, Malasia, Perú y Vietnam, entre otros.
A corto plazo, el ingreso a APEC serviría, entre otras cosas, para que el Gobierno presionara el TLC con EE.UU. en la reunión anual del foro, que este año se realizará a comienzo de noviembre en Honolulu, ciudad natal del presidente Obama. Sin embargo, la pertenencia a APEC es sólo un buen deseo, ya que el aumento de las exportaciones requiere de una dinámica comercial interregional como la de los países asiáticos (muy superior a la de América Latina), basada en el prolongado compromiso de los mandatarios y la puesta en marcha de un amplio aparato productivo que supla las necesidades del mercado asiático (entre otros).
Si los gobiernos de la Alianza del Pacífico no se comprometen de verdad con sus objetivos a largo plazo, el Área de Integración Profunda pasará a la inoperancia y el recuerdo, como el G-3, víctima de las pasiones políticas, mientras que la reunión en México a finales de año se pospondrá indefinidamente y se pondrá en evidencia el corte político de la alianza.

http://www.poder360.com/article_detail.php?id_article=5542

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