El cajero de la tienda cuenta rápidamente un fajo de billetes de 100 yuanes con la efigie de Mao Tse Tung, revisa que la cantidad sea correcta y lo mete en la caja, junto con dólares y monedas de Hong Kong, todo esto sin la menor vacilación.
Es un día típico en Bonjour, una tienda de cosméticos muy popular entre las enormes cantidades de compradores que llegan desde China continental, que vienen a gastar su nueva riqueza en la ex colonia británica. Desde máquinas que venden leche de soja cerca de la frontera con China hasta las boutiques de lujo y las cadenas comerciales del distrito financiero de Hong Kong, el pago en moneda china, también conocida como renmimbi, es cada vez más un asunto cotidiano.
Y se trata del más visible de los pasos que está dando China -que aún ejerce un fuerte control sobre el flujo de dinero que sale y entra al país- para promover la influencia global de su divisa.
Los analistas predicen que en cinco años el yuan rivalizará con el dólar, el euro y el yen como fuerza dominante en los mercados financieros. Justo la ventaja que quiere el gobierno de Pekín, pero sin ninguno de los riesgos.
Si bien el yuan va camino a ser una divisa global, nadie prevé que en el corto plazo se ubique junto a las monedas de mayor compra y venta en el mundo. Ello se debe a que China se resiste a impulsar muchas de las reformas que volverían al renmimbi una moneda de conversión o flotación libre. "Está yendo más rápido de lo que mucha gente esperaría, pero es un proceso gradual", asegura Mitul Kotecha, analista del mercado cambiario del banco Credit Agricole, en Hong Kong.
Pequeños pasos
China ha autorizado la utilización del yuan de diversas maneras.
Los bancos de Hong Kong, territorio que tiene una divisa que se negocia libremente y un sistema jurídico separado, tienen permiso para mantener reservas en renminbi desde 2004. Éstas alcanzan actualmente un total de 407.000 millones de yuanes, equivalentes a US$62.000 millones. Asimismo, las sucursales de bancos chinos en Singapur y Nueva York les están permitiendo a sus clientes abrir cuentas en la moneda china.
En 2009, el gobierno de Pekín autorizó el uso del yuan en operaciones comerciales entre compañías de cinco ciudades chinas y Hong Kong, Macao y los países del sudeste asiático.
Esta medida fue extendida a todo el mundo en 2010 e incluye a unas 67.000 firmas chinas en veinte provincias. Esto significa que, en sus intercambios, las compañías no tienen necesidad de convertir el yuan a dólares y viceversa.
Empresas multinacionales como McDonald's y Caterpillar han emitido bonos en yuanes en Hong Kong. Con la compra y venta de estos títulos, los inversionistas apuestan a una esperada apreciación de la moneda china. Y pronto será posible adquirir acciones con precio en yuanes, tras la primera oferta pública de títulos fuera de China que tendrá lugar en Hong Kong a fines de abril.
Desafío al dólar
Si tienen éxito, estas medidas podrían fortalecer el papel global del yuan y representar un incipiente desafío al dominio del dólar en los mercados comerciales y financieros.
El gobierno de Pekín ha expresado sus objeciones respecto del estatus del dólar como moneda de reserva mundial y desea que se reforme el sistema monetario global para reducir la dependencia a la divisa estadounidense. China teme que las bajas tasas de interés y el creciente déficit fiscal puedan afectar aún más a la divisa estadounidense y, por lo tanto, el valor de sus enormes reservas en esa moneda.
El gigante asiático tiene las mayores reservas en dólares del mundo y todavía controla en gran medida la tasa de cambio entre el yuan y esa moneda.
Alistair Thornton, analista de la consultora IHS Global Insight basado en Pekín, dice que el intento de China de acentuar el carácter global del yuan es también una cuestión de orgullo. "Hay un privilegio enorme en ser la divisa dominante en cuanto a reservas, comercio y finanzas, y los chinos observan la situación del dólar con envidia", afirma Thornton. "China es la segunda economía del mundo y se ve a sí misma como una gran potencia, pero la cotización del yuan todavía está muy lejos de la del yen o la libra", completa el analista.
Las cifras del Banco de Pagos Internacionales dejan en claro que la moneda china aún no representa un desafío para el dólar.
En 2010, el yuan fue utilizado en apenas el 0,9% de las transacciones diarias en el mercado mundial de cambio de divisas, mientras que la moneda estadounidense fue empleada en el 85% de la operaciones.
Obstáculo
El principal obstáculo que impide que el yuan se transforme en una divisa verdaderamente internacional es la renuencia de China a que sea plenamente convertible.
El gobierno de Pekín mantiene controles estrictos sobre su moneda y su sistema bancario, al igual que sobre el flujo de capitales que entran y salen del país. Si se levantaran rápidamente estos controles, sería muy difícil para China impedir que el yuan se apreciara de manera creciente, algo a lo que sus líderes se han resistido durante bastante tiempo.
Estos han preferido mantener la moneda relativamente depreciada para mejorar la competitividad de sus exportaciones en los mercados internacionales. Se trata de una política fuertemente criticada por Estados Unidos y otros socios comerciales, y que probablemente recibirá mayor escrutinio del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En la actualidad, los bancos y los mercados financieros chinos son, en términos relativos, poco sofisticados. Pekín vigila de cerca los flujos de capitales que entran y salen del país con fines especulativos, tales como los que China juzga responsables por la crisis asiática en la década de los años 90. "Se trata de un grave dilema para los líderes comunistas", asegura Alistair Thornton, de IHS Global Insight. "Tienen que sopesar cuánto desean que su moneda se transforme en una divisa internacional junto a los riesgos que ello puede acarrear".
Y se trata del más visible de los pasos que está dando China -que aún ejerce un fuerte control sobre el flujo de dinero que sale y entra al país- para promover la influencia global de su divisa.
Los analistas predicen que en cinco años el yuan rivalizará con el dólar, el euro y el yen como fuerza dominante en los mercados financieros. Justo la ventaja que quiere el gobierno de Pekín, pero sin ninguno de los riesgos.
Si bien el yuan va camino a ser una divisa global, nadie prevé que en el corto plazo se ubique junto a las monedas de mayor compra y venta en el mundo. Ello se debe a que China se resiste a impulsar muchas de las reformas que volverían al renmimbi una moneda de conversión o flotación libre. "Está yendo más rápido de lo que mucha gente esperaría, pero es un proceso gradual", asegura Mitul Kotecha, analista del mercado cambiario del banco Credit Agricole, en Hong Kong.
Pequeños pasos
China ha autorizado la utilización del yuan de diversas maneras.
Los bancos de Hong Kong, territorio que tiene una divisa que se negocia libremente y un sistema jurídico separado, tienen permiso para mantener reservas en renminbi desde 2004. Éstas alcanzan actualmente un total de 407.000 millones de yuanes, equivalentes a US$62.000 millones. Asimismo, las sucursales de bancos chinos en Singapur y Nueva York les están permitiendo a sus clientes abrir cuentas en la moneda china.
En 2009, el gobierno de Pekín autorizó el uso del yuan en operaciones comerciales entre compañías de cinco ciudades chinas y Hong Kong, Macao y los países del sudeste asiático.
Esta medida fue extendida a todo el mundo en 2010 e incluye a unas 67.000 firmas chinas en veinte provincias. Esto significa que, en sus intercambios, las compañías no tienen necesidad de convertir el yuan a dólares y viceversa.
Empresas multinacionales como McDonald's y Caterpillar han emitido bonos en yuanes en Hong Kong. Con la compra y venta de estos títulos, los inversionistas apuestan a una esperada apreciación de la moneda china. Y pronto será posible adquirir acciones con precio en yuanes, tras la primera oferta pública de títulos fuera de China que tendrá lugar en Hong Kong a fines de abril.
Desafío al dólar
Si tienen éxito, estas medidas podrían fortalecer el papel global del yuan y representar un incipiente desafío al dominio del dólar en los mercados comerciales y financieros.
El gobierno de Pekín ha expresado sus objeciones respecto del estatus del dólar como moneda de reserva mundial y desea que se reforme el sistema monetario global para reducir la dependencia a la divisa estadounidense. China teme que las bajas tasas de interés y el creciente déficit fiscal puedan afectar aún más a la divisa estadounidense y, por lo tanto, el valor de sus enormes reservas en esa moneda.
El gigante asiático tiene las mayores reservas en dólares del mundo y todavía controla en gran medida la tasa de cambio entre el yuan y esa moneda.
Alistair Thornton, analista de la consultora IHS Global Insight basado en Pekín, dice que el intento de China de acentuar el carácter global del yuan es también una cuestión de orgullo. "Hay un privilegio enorme en ser la divisa dominante en cuanto a reservas, comercio y finanzas, y los chinos observan la situación del dólar con envidia", afirma Thornton. "China es la segunda economía del mundo y se ve a sí misma como una gran potencia, pero la cotización del yuan todavía está muy lejos de la del yen o la libra", completa el analista.
Las cifras del Banco de Pagos Internacionales dejan en claro que la moneda china aún no representa un desafío para el dólar.
En 2010, el yuan fue utilizado en apenas el 0,9% de las transacciones diarias en el mercado mundial de cambio de divisas, mientras que la moneda estadounidense fue empleada en el 85% de la operaciones.
Obstáculo
El principal obstáculo que impide que el yuan se transforme en una divisa verdaderamente internacional es la renuencia de China a que sea plenamente convertible.
El gobierno de Pekín mantiene controles estrictos sobre su moneda y su sistema bancario, al igual que sobre el flujo de capitales que entran y salen del país. Si se levantaran rápidamente estos controles, sería muy difícil para China impedir que el yuan se apreciara de manera creciente, algo a lo que sus líderes se han resistido durante bastante tiempo.
Estos han preferido mantener la moneda relativamente depreciada para mejorar la competitividad de sus exportaciones en los mercados internacionales. Se trata de una política fuertemente criticada por Estados Unidos y otros socios comerciales, y que probablemente recibirá mayor escrutinio del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En la actualidad, los bancos y los mercados financieros chinos son, en términos relativos, poco sofisticados. Pekín vigila de cerca los flujos de capitales que entran y salen del país con fines especulativos, tales como los que China juzga responsables por la crisis asiática en la década de los años 90. "Se trata de un grave dilema para los líderes comunistas", asegura Alistair Thornton, de IHS Global Insight. "Tienen que sopesar cuánto desean que su moneda se transforme en una divisa internacional junto a los riesgos que ello puede acarrear".
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