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lunes, 7 de marzo de 2011

Milagro en coltejer




Hace casi tres años, Coltejer estaba a punto de ser desahuciada y al borde de la liquidación. Sin embargo, gracias a la transformación que le ha dado su nuevo dueño, el empresario mexicano Rafael Kalach, hoy la empresa ha resucitado.
La mayor prueba es el balance presentado a la Asamblea de Accionistas: ingresos por $253.799 millones en 2010, un crecimiento de 44% frente al año anterior. Utilidad operativa de $3.800 millones, frente a una pérdida de $43.000 en el año 2009. Ebitda de $16.600 millones, que dejó atrás los números rojos del ejercicio anterior. Y, finalmente, una utilidad neta de $79.000 millones, que incluye el efecto de ingresos extraordinarios por operaciones de venta de bienes inmuebles.
Rafael Kalach Mizrahi es el protagonista de esa hazaña. Este hombre lidera la textilera mexicana Kaltex, una de las más importantes de la región desde hace más de 90 años. Tras adquirir a mediados de 2008 la operación de Coltejer a la Organización Ardila Lülle, le ha dado un enorme vuelco a la emblemática textilera antioqueña. Sus fórmulas le han permitido afrontar la creciente producción textilera asiática y la competencia cada vez más agresiva de los brasileros.
Kalach, reconocido internacionalmente por su bajo perfil, recibió a Dinero en las oficinas de Coltejer en Itagüí (Antioquia). Allí le contó a la revista sus planes y proyecciones, cómo encaja Coltejer en la estrategia de Kaltex y cuál será el siguiente paso en la agenda de la compañía antioqueña: una emisión de acciones que debe estar lista en marzo.
Algo de historia
El interés de Kalach en Coltejer viene de vieja data. "Coltejer es una empresa que representa el símbolo textil colombiano. Es conocida en todas partes y se difundió en Estados Unidos, Europa y México. Era una empresa muy importante en los años 70 y la joya que todos querían tener. Si podemos hablar de romanticismo, se quedó en mí la imagen de algún día poder ser dueño de Coltejer, pues la veía como una empresa digna de admirarse", explica Kalach.
De hecho, la transacción de 2008 no fue el primer intento de Kalach por comprarle Coltejer a la  Organización Ardila. "A finales de la década de los 90 nos acercamos, lo intentamos y lo logramos, pero por situaciones que no vale la pena traer ahora, el negocio no se dio", recuerda.
Ya para ese momento, Coltejer estaba en un complejo proceso de debilitamiento financiero que la llevó a acogerse a la Ley 550 para reestructurar sus deudas; mientras que Kaltex venía en crecimiento y consolidación. Aunque no se conocen cifras públicas de Kaltex, esta compañía es uno de los principales jugadores del sector. Según la revista mexicana Expansión, 80% de las exportaciones mexicanas de textil-confección se dirigen a Estados Unidos y sumaron en 2009 casi US$6.000 millones, de los cuales US$4.800 millones pueden ser aportados por Kaltex.
Además, en la región empezaron a darse movimientos. La brasileña Vicunha, uno de los productores textileros más importantes del mundo, con 15 millones de metros de tela mensuales, empezó a moverse hacia el norte y se hizo a una planta en Ecuador, desde donde atiende gran parte de la demanda de la región Andina, en particular Colombia. Sus planes de inversión alcanzan los US$300 millones en los próximos tres años, entre los que se incluye duplicar la producción en Ecuador.
Ante estas movidas, Kaltex no se quedó atrás y empezó a mirar la posibilidad de operaciones productivas en el sur y reactivó los planes con Coltejer.  "Vimos el gran deterioro que tenía, pero también el gran plan que había de rescate", dice Kalach.
José Roberto Arango, que se ha especializado en sacar adelante proyectos que parecían insalvables, como Acerías Paz del Río o el acuerdo entre el grupo Gilinski y Bancolombia, logró estructurar un proyecto en el que Kaltex se quedó con cerca del 60% de Coltejer. La carga pensional se paga con unos activos representados en unos bosques propiedad de la Organización Ardila -cuyo valor se estima en más de US$130 millones- dejando a la empresa  cero kilómetros y lista para arrancar.
Después de firmar el acuerdo de compra con la Organización Ardila en 2008, la empresa salió de Ley 550 y Rafael Kalach asumió el mando. "Nos encontramos varios cementerios de maquinaria que fueron removidas de su sitio original y concentradas en una bodega como basura. Con la aprobación de la junta se vendieron esos fierros, se removieron las máquinas que no funcionaban y se solicitó autorización para ajustar los libros con esos activos que fueron cancelados", recuerda, mientras muestra con orgullo fotos de la transformación y el vuelco que le ha dado a la operación de la empresa.
Kalach inició un proceso de contratación de fichas clave en la dirección, por la que han pasado, primero, Luis Fernando Montoya y luego José Eugenio Muñoz. Ahora, él personalmente está al frente de la operación.
La junta directiva también ha jugado un papel importante en el proceso y algunos empresarios la califican como un dream team. De ella hacen parte el empresario Santiago Londoño, quien se ha convertido en pieza fundamental en la nueva Coltejer; Rodrigo Jaramillo, presidente de Interbolsa compañía que tiene cerca del 20% de la participación de Coltejer; Juan Felipe Gaviria, ex ministro y ex gerente de EPM; y Pedro Echavarría, empresario del sector químico y maderero. "El ingreso de Kaltex como accionista de Coltejer es un mensaje refrescante y optimista sobre el futuro que el sector textil-confección, diseño y moda tiene en nuestro país", dice Carlos Eduardo Botero, director de Inexmoda.
La estrategia
"Una vez firmó el acuerdo y se solucionó el problema laboral y pensional, la tarea siguiente fue meterle la mano al tema de productividad, buscar eficiencias, economías de escala y nuevos mercados. Y Kalach sabe de eso", explica el presidente de una de las compañías del sector.
En ese sentido, la compañía avanzó en dos frentes. El primero, un grupo de trabajo mexicano de Kaltex, representado por los principales técnicos en manufactura de hilado, tejido y acabado, ha transferido las mejores prácticas a Coltejer, con entrenamientos para que operarios y supervisores adquirieran rápidamente el know how. Además, se han adelantado refacciones, desarrollado equipos de laboratorio y saneado cuellos de botella con lo que mejoran los niveles de eficiencia y costos de producción.
El segundo frente fue el de buscar una eficiencia corporativa y pasar de 14 compañías a una sola Coltejer, a través de fusiones y liquidaciones.
"En 2009 vendimos $190.000 millones; el año pasado fueron $250.000 millones y para 2011 pretendemos que los ingresos suban 60%, de tal manera que estaremos rozando los $400.000 millones. Esto se hace por tres vías: reduciendo los subestándar, subiendo la eficiencia de los equipos instalados, mejorando el suministro de repuestos, aumentando la calidad y mejorando procesos en general de manejo interno de materiales y de nuestro centro de distribución. Si conjuga todos esos elementos, los resultados se dan", dice Kalach.
En el campo financiero, los planes de Coltejer pasan por dos hechos. Uno, reestructurar la deuda que hoy asciende a $215.000 millones. La idea es disminuir tasas y aumentar los plazos en la mitad de este valor y la otra mitad dejarla como está. El otro hecho corresponde a una solicitud que Coltejer radicó ante la Superintendencia Financiera para que le apruebe una oferta pública de acciones por más de $103.000 millones, que representa cerca de 20% del total de acciones y debe estar lista para este mes de marzo. Esos recursos se destinarán para capital de trabajo e inversión en proyectos que mejoren la productividad, calidad y competitividad de la empresa.
Según Kalach, el potencial de crecimiento de Coltejer es muy alto. "Hoy está en capacidad de producir al año unos $600.000 millones con los precios actuales del algodón; es decir, unos 50 millones de kilos al año. Estamos a la mitad, pero en junio, áreas como el índigo llegarán al total de su capacidad", agrega.
¿Qué representa Coltejer para Kaltex? Colombia tiene dos divisiones que Kaltex no tiene: coltepunto y no tejidos. "Esas divisiones las vamos a potenciar, a proyectar y a mantener. En las otras tres divisiones coincidimos: hogar, algodones e índigos", sentencia Kalach.
La estrategia es clara: "en algodones e índigos vamos a impulsar Coltejer a la moda -agrega el empresario mexicano-. Esos dos serán los diferenciadores contra el producto básico que fabrica Kaltex. No tiene sentido hacer productos básicos aquí cuando Kaltex es muy eficiente. Las empresas serán complementarias una de la otra y Coltejer será la moda dentro de Kaltex".
En hogar, aprovechará las licencias -como Tommy Hilfiger, Tommy Bahamas y Michael Kors, entre otras- que tiene en Estados Unidos y México para introducir productos en Colombia a través de Coltejer.
Una de las características de Kaltex en México es su integración vertical; es decir, producir las telas y fabricar la confección. La pregunta es si traerán ese modelo a Colombia. "No tenemos pensado que Coltejer se integre verticalmente a la fabricación de prendas. Vamos a trabajar muy de cerca con las comercializadoras internacionales (CI's) y las lavanderías que están alrededor de ellas o en el país. Preferimos no buscar la integración en estos momentos", advierte Kalach.
En la parte comercial y de mercadeo, buscan las mayores sinergias y que los productos de una y otra empresa entren en las redes comerciales de diferentes países.
Kaltex mantendrá su operación de importador al mercado colombiano y su identidad, compitiendo contra brasileros, ecuatorianos y asiáticos. "Los productos básicos de volúmenes y márgenes muy bajos lo haremos como Kaltex Colombia y aquellos que son más especializados se trabajarán a través del grupo comercializador de Coltejer", agrega Kalach.
El entorno
Las cifras de Coltejer, al igual que otras -como Fabricato-, han sorprendido al mercado, pero parece que se trata de una constante en el sector. "El que diga que le fue mal en esta industria el año pasado, dice mentiras. Somos tradicionalmente llorones, pero 2010 fue un año bueno, aunque veníamos de dos años muy malos", dice el presidente de una empresa de materias primas.
Sin embargo, varios hechos están complicando el entorno. Los precios del algodón han llegado a sus máximos históricos y bordean los US$1,90 la libra, más del doble de hace poco menos de un año, ruta que han seguido otros insumos como las fibras sintéticas que ya registran aumentos del 50%, como el poliéster. De otro lado, las relaciones comerciales con compradores tradicionales se están enrareciendo. Venezuela no despega y, recientemente, el Atpdea con Estados Unidos se venció y, al cierre de esta edición, no se había ampliado, lo que representa el pago de aranceles en promedio para las confecciones de 16% y que asumen los productores colombianos, al tiempo que el TLC con ese país aún no se define.
Además, la tasa de cambio golpea las finanzas y las importaciones aumentan: según la Cámara Textil-Confección de la Andi, a noviembre del año pasado, las importaciones de todos los segmentos del sector crecían, en especial las de textiles, que superaron la barrera de los US$1.000 millones.
Ante este panorama, cómo se explican los resultados. "Sin duda, lo que muestran los números, tanto de Coltejer como de Fabricato, es una buena gestión desde la administración, orientada a más valor agregado, nuevos nichos y productos diferenciadores por los que los clientes estarían dispuestos a pagar más", advierte un corredor de bolsa.
Para Kalach esta coyuntura no es dramática. "El aumento de los precios del algodón y las fibras es para todos. A los asiáticos también les subieron. Por eso no hay que cambiar la estrategia. La ventaja de hoy es que hay demanda, pero los canales de distribución tienen que ampliarse porque la capacidad de manejo de créditos podría restringirse y los cupos se agotan al crecer tanto el precio", explica, y agrega que las telas han subido entre 30% y 40%, incremento que se verá reflejado en la capacidad de compra de vestuario.
Frente al precio del dólar, Kalach es tajante "¿cuál tasa de cambio? Las empresas debemos ser competitivas. No le puedo negar que una tasa de cambio favorable nos da un poco más de ingresos en las exportaciones sobre el contenido nacional de los productos, pero no, sobre todo, porque la mayoría de los insumos están dolarizados: el algodón, el poliéster y los químicos", dice.
Kalach confía en que el impasse con el Atpdea se solucione pronto y que se le dé luz verde al acuerdo comercial con Estados Unidos. "El mercado de exportación representa el 10% y queremos subirlo a 35% en un par de años. Además, no pierdo la esperanza de poder exportar a Brasil, pero tendremos que ser competitivos en dólares porque de lo contrario no nos van a comprar", advierte.
En la década de los 90, un estudio hizo carrera en el mercado textil colombiano: la firma suiza Gherzi Textil Organisation señalaba que, para sobrevivir, las tres grandes textileras de esa época -Fabricato, Tejicóndor y Coltejer- deberían fusionarse. La fusión solo alcanzó a las dos primeras. ¿Le parece viable esta opción a Kalach? "Tengo el estudio en mi escritorio. Eventualmente podría darse, pero en este momento no creo que se dé. Hay muchas sinergias entre las empresas y puede ser más productivo, pero las empresas deberían estar listas para hacerlo", agrega.
De otro lado, las movidas regionales podrían empezar a dejar espacios. Por ejemplo, se menciona en Brasil que Santista, otra de las textileras más grandes de ese país, estaría en venta. ¿Iría por ella? "Es una compañía que respeto y conozco muy bien. Pero hoy debemos poner toda nuestra atención en Coltejer para que llegue al nivel que le corresponde y buscar su crecimiento. No le cierro las puertas a nadie y no puedo decir de esa agua no beberé. Eventualmente podríamos estar interesados, pero no en este momento", puntualiza.
La historia de Kalach con Coltejer no es nueva en el país. Ya en el pasado reciente, Germán Efromovich tomó una marca insignia colombiana -Avianca- que estaba en serias dificultades, la transformó, le dio un vuelco a su estrategia y operación y, con su expansión, es hoy una de las más grandes e importantes de la región. Coltejer, al parecer, va por este mismo camino. El tiempo y los mercados serán los jueces en este proceso.

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